Aprender por aprender es un acto de rebeldía
¿El tiempo y la energía mental para aprender se han convertido en una nueva forma de lujo o es directamente un acto de rebeldía?
Un puzle en oferta en una librería fue el inocente objeto que inició un debate en el que sigo pensando varios años después. Aunque no hay una respuesta buena o mala.
Situémonos en un sábado por la tarde, en una librería cualquiera del centro de Madrid. Una amiga y yo paseábamos entre las estanterías repletas de libros, charlando de esto y aquello, cuando llegamos a la sección de papelería y miscelánea. Entre las tazas con frases motivadoras y los calcetines para modernos, decorados con dibujitos de pizzas y sushi, dimos con un puzle de mil piezas que llamó nuestra atención.
—Igual me lo compro. Durante el confinamiento hice muchos puzles, pero con esto de la vuelta a la normalidad me he olvidado de tener hobbies. Lo único que hago, además de trabajar, es estudiar coreano y ver k-dramas —confesé mientras ojeaba la caja con curiosidad, en busca de la etiqueta del precio.
Mi amiga me miró horrorizada, como si estuviera ante la persona más ingenua y delulu del mundo.
—Uf, yo intenté estudiar idiomas como hobby, pero ya bastante utilizo el cerebro mientras trabajo. Necesito dejarlo descansar o me saturo.
No voy a quitarle razón. Es un sentimiento más que válido, y creo que todas hemos estado ahí. Hay muchos días en los que prepararme para ir a mi clase de coreano o ponerme a estudiar me apetece tanto como salir a hacer running en agosto a las cinco de la tarde. Pero la idea de perdérmelo por estar cansada me resulta aún más frustrante.
Entonces… ¿qué hacemos? ¿Es mejor agotarnos hasta la extenuación en un noble intento por tener vida más allá de lo laboral o resignarnos a los hobbies que podemos hacer con el cerebro en standby? (Igualmente necesarios, no me malinterpretéis. Soy la primera que se dedica a cavar para completar la colección de fósiles del museo de su isla en Animal Crossing).
Dicen los gurús de la productividad (Cal Newport, te miro a ti) que incluso los mayores expertos en sus áreas solo pueden concentrarse durante tres o cuatro horas al día antes de que su rendimiento empiece a decaer (que se nos aplatana el cerebro, vaya. Seguro que conoces la sensación). Así que, si dedicamos todas esas horas de deep work solo al work… ¿qué nos queda para nosotras?
¡Hola, Brownies!
¿Qué tal la semana? No sé si os pasará, pero cada vez que empieza el año y nos ponemos objetivos de Año Nuevo, pienso mucho en dónde encajan los hobbies dentro de mis rutinas. Llevamos solo dos meses de 2025 y yo ya siento la sombra del burnout sobrevolando mi cabeza como un buitre que carga un mal augurio, uno que intuye que su posible carroña empieza a estar débil. Me conozco bien y sé que es el momento de parar un poco y hacer cosas que me gusten y me recarguen. Pero ¿y si no tengo fuerzas para hacer… en fin, nada que no sea ver vlogs de chicas coreanas monísimas y súper apañadas en YouTube, que sí que hacen cosas?
¿Qué ha pasado con mis cuatro horas de concentración diarias? ¿En qué las he tirado para que no me quede ni una para el fin de semana?
Por eso, en la newsletter de esta semana quiero animarnos a ser más rebeldes, dentro de lo que cada una pueda. A atrevernos a robar de vuelta alguna de esas horas de concentración que le hemos entregado sin cuestionárnoslo al sistema productivo y utilizarlas en aprender algo que no sirva para absolutamente nada, aunque tengamos que estar un poco más aplatanadas en nuestro trabajo, porque el reparto de horas de concentración que tienes si llegas a casa sin poder pensar ni en qué cenar, no es que sea muy justo. Visita un museo y léete todos los carteles, lee un libro sobre sociología, trágate un documental de cinco episodios sobre la fauna del Amazonas, apúntate a un taller de cerámica… ¡lo que sea!
Cuanto más aprendo por aprender, más se alejan esos buitres funestos que me acechan esperando a que me eche a llorar porque no entiendo un email de mi gestora (ha pasado). Aprender por aprender es vital para el alma. Algo así como el arte por el arte, pero más parecido a acumular una cantidad asombrosa de datos inútiles por diversión. Como que fue una mujer francesa del 1800 quien inventó los acuarios porque era una bióloga marina autodidacta y necesitaba meter a los animalillos que estudiaba en algún sitio mientras los observaba. Puede que aprender sí tenga propósitos: ser infalible en el Trivial y no quedarte nunca sin tema de conversación.
Así que cuéntame, brownie rebelde, ¿cuál es ese tema sobre el que podrías aprender durante más de cuatro horas seguidas?
Libros que recomiendo para aprender sin propósito
📚 Arte: Historia del arte, de E.H. Gombrich, y para complementar Mujeres artistas, de Flavia Frigeri (se les olvidó que existen las mujeres, oopsie).
🧠 Neurociencia: Dopamine Nation, de la Dra. Anna Lembke, habla sobre el impacto que estilo de vida moderna, en la que tan fácil es acceder y engancharse a estímulos adictivos, produce nuestro cerebro.
🔤 Lingüística y sociología: En Cultos, Amanda Montell analiza cómo las sectas utilizan el lenguaje para convencer a sus seguidores de lo imposible y, después, nos muestra cómo estas mismas tácticas se usan para convencerte de que hagas crossfit o compres un aceite esencial de lavanda.
La recomendación de la semana
🎬 A Virtuous Business: Cuatro mujeres en la Corea rural de 1992 deciden emprender con un negocio de venta a domicilio para poder ganarse la vida de forma independiente en una sociedad que sigue confiando en que el hombre debe ser el “proveedor” de la casa y la mujer, quien cuida de sus hijos.
Hasta aquí, bien. Seguro que habrá quien las mire con recelo, pero ¿qué les van a decir si necesitan ganarse la vida de alguna manera?
El único inconveniente es que no son vendedoras de maquillaje de Avon, sino que venden productos “subidos de tono” para adultos. Su pequeño pueblecito no está en absoluto preparado para esa perniciosa moda occidental, pero ellas no van a dejarse amedrentar fácilmente.
Toca temas como la amistad entre mujeres, los prejuicios sexistas, la emancipación económica y social de la mujer y también tiene toquecitos de romance y misterio gracias al guapo detective que acaba de llegar al pueblo.
12 capítulos que se ven en un pis pas, disponibles en Netflix y doblados al español.
El contenido de la semana
Por si te lo perdiste, el domingo pasado subí un vídeo-podcast hablando del síndrome del impostor, de cómo no es lo mismo que una inseguridad y de que necesitas parar de una vez de ser tu peor enemiga (y cómo dar los primeros pasos para conseguirlo).
Eso es todo por hoy, brownies. Que paséis un buen fin de semana. Y recordad, aprended por aprender una nueva cosa cada día. ;)
El tema de aprender y hacerlo por gusto lo he tratado muchas veces con gente de mi entorno, ya no solo por las personas jóvenes, sino por el cambio que supone en edades más avanzadas, y me parece muy interesante.
Mi abuela, como ejemplo más cercano, iba a clase por gusto con unas amigas. No aprendían nada en perticular, pero hacían ejercicios sencillos de matemáticas y lengua, como si voluntariamente se hubieran apuntado a reaprender la primaria. Mientras estuvo en las clases se la veía más joven de lo que era puramente por la actitud que tenía y lo despierta que estaba, pero una vez que dejó de aprender, se apagó.
Yo lo he notado también en mí, por circunstancias personales no puedo dedicar el tiempo que antes tenía en aprender cosas "tontas": que si ver vídeos de cómo hacer croché (aunque se me diera fatal), aprender idiomas raros como el esperanto o practicar dibujando anatomía. Y cuando no he tenido tiempo de hacerlo, también me apago.
Hay gente muy versada en todo el tema que habla una y otra vez de la importancia de aprender, pero parece que con la vida que llevamos si estás aprendiendo debe ser porque te obligan o debes enfocarlo a mejorar CV y eso nos hace miserables, nos arrebata la curiosidad y la felicidad que viene con ello. ¿De qué le sirve a un ingeniero apuntarse a un curso de escritura creativa? Porque antes que ingeniero, es persona.
Pues eso, muy buen tema y unas recomendaciones muy interesantes.
¡A seguir aprendiendo!💪🏻
Hola Raquel! Muchas gracias por compartir tus ideas en este rincón seguro(al menos así se siente para mí). En mi caso aún soy estudiante y mi vida gira en torno a ello, desgraciadamente. A veces cuando llego a casa sin energías solo quiero hundirme en mi cama y ver reels de Instagram, sin pensar en mucho más, cuando en realidad quisiera tener algo de tiempo para estudiar coreano o terminar un libro que estoy leyendo. Pero simplemente me encuentro en un bucle en el que mi mente y su creatividad se agota de corrido durante el día, sin dejar espacio para mucho más, esperando el anhelado día libre, dónde puedo descansar y al fin hacer todo aquello que me gusta, solo para pasar el tiempo y ser feliz. Después de leer tu post, me puse a pensar y me dí cuenta que quiero dejar espacio para mi creatividad al menos una hora al día, paso a paso y de a poco.
PD: Una nueva brownie dispuesta a leerte🩷